intervención pedagogíca en la educación no formal
2.6 Intervención pedagógica en proyectos y programas recreativo-educativos: funciones, actividades y técnicas.
Como referente teórico para explicación de La planificación de los Proyectos Recreativos-Educativos asumimos los requerimientos planteados por el Dr. C Pérez Aldo (19; 68) En los documentos elaborados para la Maestría en Actividad Física Comunitaria. Este autor plantea que todo proyecto recreativo debe fundamentarse en determinados principios básicos, los principios se basan en los hechos que se derivan del estudio del comportamiento humano y de la naturaleza de la sociedad en la cual vivimos, e incluye las experiencias y las soluciones que los dirigentes han enfrentado y solucionado ante problemas y situaciones diferentes.
Como principios esenciales señala los siguientes:
1. El proyecto debe consistir en la realización de actividades que contemplen las finalidades buscadas por: la institución, a través de sus fines y objetivos; los participantes, en su etapa de participación inicial y posterior desarrollo, los profesionales, que tienen a su cargo la ejecución y convencimiento de las diferentes partes que conforman la estructura organizacional y están involucradas en el proyecto.
2. El programa debe incluir diversas actividades basadas en tres aspectos importantes del participante: sus necesidades, sus intereses, sus habilidades. Lo más importante dentro del proyecto recreativo es el participante, en él debe estar centrada toda la atención.
5. El proyecto debe ampliar los intereses de los participantes y orientarlos hacía experiencias más positivas y satisfactorias.
Los deseos de los participantes sirven como referencia y punto de partida, nunca como una base exclusiva de un programa. Los deseos y los intereses de las personas y, por consiguiente, de la comunidad, están limitados por experiencias. Los dirigentes, especialmente los profesionales del área, deben presentar nuevos campos de acción.
6. El proyecto debe ser lo suficientemente amplio para servir en el presente y en el futuro a cada participante.
Las actividades que componen un programa deben ser proyectadas de tal forma que las habilidades adquiridas puedan acompañar a las personas en el transcurso de su vida, sin que esto se constituya en tomar partido por un solo tipo de actividades, sino que debe haber equilibrio entre lo actual y lo futuro. Debemos tener en cuenta que las actividades recreativas son medios dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje de hábitos para la vida y para el logro de fines.
7. El Para que el proyecto cumpla su alcance educativo debe tener líneas claves de acción:
- Que participen personas de diferentes edades.
- Que participen a la par hombres y mujeres.
- Que concurran personas de diversos estratos socioeconómicos.
- Que no existan limitaciones por diferencias políticas o religiosas.
- Que se utilicen diversas técnicas de trabajo: individual, en grupo, masivo.
Todos los factores descritos anteriormente, según el Dr. C Pérez Aldo constituyen la metodología recreativa para lograr el verdadero alcance educativo de la recreación, pero estos mismos factores son los que la hacen vulnerable cuando no es profesionalmente orientada, pues puede llegar a producir efectos contrarios a los deseados (contra-valores); por otro lado, las principales características de la actividad recreativa (libertad, espontaneidad y creatividad) deben ser cuidadosamente orientadas para no incurrir en el activismo.
Etapas de programación recreativa
· 1. Etapa de Diagnóstico Recreativo.
Resulta de gran importancia poder efectuar sobre una base sólida, real y objetiva, un programa deportivo-recreativo para ser incluido luego a un proyecto integrador, donde se tenga en cuenta los siguientes elementos:
a) Problema o situación concreta objeto de estudio:
• Nivel de desarrollo socio – económico
• Características sociodemográficas (edad, sexo, nivel educacional, estado civil, etc.).
• Características grupales y nivel de integración social.
b) Magnitud, estructura y contenido del tiempo libre:
• Por sectores, estratos y grupos sociales, de edades o cualquier otra variable que se entienda importante, fundamentalmente para la caracterización de los elementos.
c) Intereses y necesidades recreativas:
• Las actividades que más interesan, motivaciones el porque de esta situación.
• Causas que impiden la satisfacción de las necesidades.
• Otras actividades que les gustaría realizar y no realizan.
d) Infraestructura recreativa:
• Cantidad de instalaciones, estado de explotación y conservación.96
• Personal técnico y de servicio que se dispone.
• Recursos materiales que se dispone.
e) Características del medio físico -geográfico:
• Aspectos significativos del clima, relieve entre otros.
• Grado de utilización del medio natural.
• Interrelación medio ambiente – sociedad.
f) Oferta recreativa (Programas recreativos existentes):
La oferta incluye aquellas actividades orientadas al consumo recreativo que se realizan en el tiempo libre cuya planificación, desarrollo, aseguramiento técnico material, divulgación y control está encomendada a organismos específicos e incluye el correspondiente de conocimientos por parte de la población acerca del contenido de las actividades y su régimen de participación, esta dualidad en el concepto es uno de los factores que determinan la forma de evaluación y estudio de la oferta, la cual puede valorizarse en:
• Su relación y correspondencia con los objetivos sociales.
• Su relación y correspondencia con los intereses del individuo, estrato o grupo social.
• Por el nivel de conocimiento que sobre ella tengan los usuarios.
• Por el grado de participación en ellas.
• Por el grado de saturación de la demanda (aspecto cuantitativo).
2. Determinación de los objetivos y metas.
Los objetivos de un programa pueden definirse como los enunciados de los resultados esperados o como los propósitos que se desean alcanzar dentro de un período determinado a través de la realización de determinadas acciones.
A menos que los objetivos de un programa o proyecto estén muy claramente definidos, no es posible programar un conjunto de actividades coherentemente estructuradas entre sí de cara a lograr determinados logros. Los objetivos no son más que la expresión cualitativa de ciertos propósitos y metas.
3. Etapa de Oferta Recreativa.
· Programa de actividades que se desarrollará durante la aplicación del proyecto o programa.
4. Etapa de Evaluación, ajuste y control del programa o proyecto.
· Aquí es donde se realizan las acciones que menciona la propia etapa ya sea durante la aplicación del proyecto o después de concluido el mismo.
Evaluación: La misma se puede realizar cada vez que se realiza una actividad del programa o proyecto o al finalizar este.
Control: Se debe desarrollar a través de cada actividad que se realice.
Ajuste: Este se realiza después de terminar el proyecto o programa, con el objetivo de tomar del mismo los aspectos positivos para la continuidad de este y lo negativo es corregido o eliminado según lo que se tenga en cuenta.
2.7 Intervención pedagógica en la educación no formal de personas adultas: funciones, actividades y técnicas.
Desde las ciencias de la educación, el interés por la educación de personas adultas y mayores tiene parte de sus antecedentes en una visión de la educación como instrumento liberador y compensatorio. Este movimiento influyó en la configuración de un ideal de “educación permanente” (lifelong learning) y en la configuración de lo que hoy se conoce como gerontología educativa que, más allá de lo puramente compensatorio, trata del estudio de las posibilidades y necesidades educativas de las personas adultas en un sentido más amplio.
Aspectos que pueden tener importancia e implicaciones para el trabajo psicopedagógico en este contexto:
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Diferencias individuales: si la diversidad y su atención es un aspecto que hay que tener muy en cuenta en los procesos de enseñanza y aprendizaje, probablemente en ningún otro colectivo vamos a encontrar más diversidad que entre las personas mayores, que han tenido muchas décadas para seguir trayectorias evolutivas diferenciadas y quizá radicalmente diferentes unas de otras.
Por otra parte, no se ha de olvidar que la propia expresión personas adultas implica un periodo de la vida que puede comprender más de tres décadas. De esta manera, con toda probabilidad, el perfil de personas adultas con 65 años será muy diferente al perfil de persona adulta de más de 80 años.
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Conocimiento previo: la experiencia es una de las mayores posesiones con las que cuentan las personas mayores, y hemos de saber utilizar esta experiencia para diseñar los procesos de enseñanza y aprendizaje, para que de esta manera se facilite la significación de los nuevos aprendizajes.
El secreto del éxito de un proceso de enseñanza y aprendizaje en el que participan mayores están en muchas ocasiones en aprovechar ese bagaje vital que aportan los mayores.
Esta experiencia previa, sin embargo, a veces puede dificultar el proceso de aprendizaje, especialmente cuando los nuevos conocimientos y competencias contradicen ciertos hábitos y creencias fuertemente arraigados en la persona.
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Motivación: si para muchos niños y jóvenes la perspectiva de unas metas futuras ajenas al propio proceso de educación pueden ser un motivador para aprender, las personas adultas parecen moverse más en función de motivaciones intrínsecas. Para ellos, la meta muchas veces se encuentra en el propio proceso de formación y en las satisfacciones que extraen del mismo. Si éstas no se producen, y dado que la educación en estas edades es voluntaria, corremos el riesgo de que abandonen.
Este aspecto tiene importantes implicaciones también para los objetivos de los aprendizajes mayores, que quizá modestos pero que les hacen sentir que progresan “a pesar de su edad”. También para ellos aspectos como son las relaciones personales que implica participar en una experiencia formativa pueden llegar a ser tan centrales como las propias competencias y conocimientos que se aprendan.
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Posibles limitaciones: pese a que el potencial de aprendizaje se mantiene a lo largo de todo el ciclo vital, en las últimas etapas de la vida puede ser frecuente a la presencia de ciertas limitaciones que han de ser tenidas en cuenta a la hora de diseñar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Estas limitaciones, cuando existen, en la mayoría de los casos se centran en ciertos déficits sensoriales y motores, a los que puede unir un ritmo de aprendizaje que puede ser diferente en los mayores que en los jóvenes bien por ciertos declives normativos de tipo madurativo, bien porque la velocidad puede dejar de ser un valor cuando se llega a ciertas edades. Así el umbral en el que ciertas condiciones del contexto de aprendizaje pueden llegar a ser estresantes y entorpecer el proceso de enseñanza y aprendizaje puede ser menor en el caso de las personas adultas que en los niños o los jóvenes.
Los programas de este tipo son enormemente variados, tanto como los potenciales intereses de las personas adultas. Son ejemplos, los programas universitarios para personas adultas, que tienen una ya dilatada tradición en nuestro entorno, o los programas para la enseñanza de competencias informáticas básicas en personas adultas, que han experimentado un notable crecimiento en los últimos años.
Teniendo en cuenta tanto esta variedad de objetivos como las peculiaridades de la persona adulta como aprendiz que hemos destacado a principio de este apartado, vamos a concretar las funciones psicopedagógicas en programas educativos para personas mayores, destacando los actores sobre los que se centran. En este sentido, se distinguen al menos cuatro ámbitos de actuación psicopedagógica: las instituciones, los docentes, los participantes y las familias.
Instituciones
Las instituciones desde las que se ofertan programas educativos dirigidos a personas adultas son muy variadas. Así que algunas son instituciones propiamente educativas, la mayoría no tienen una finalidad educativa exclusiva y los programas educativos son una acción más para conseguir otros objetivos. De esta manera, las fundaciones, los centros de mayores o ciertas administraciones públicas – ayuntamientos, diputaciones, etc. – pueden organizar cursos para mayores como una línea de actuación más para dinamizar y promover la participación de ciertos colectivos de personas mayores.
Por otra parte, instituciones de tipo sociosanitario, como son centros de día, residencias de mayores, etc., pueden contemplar dentro de sus actividades, preventivas, compensadoras o paliativas ciertas acciones educativas. Por ejemplo, los programas de psicoestimulación cognitiva podrían ser un paradigma de este tipo de intervenciones.
Sin duda, esta gran diversidad de instituciones que promueven programas educativos conforma ciertas posibilidades y formas de ejercer las funciones psicopedagógicas, y el profesional que las lleve a cabo debe estar muy atento a las peculiaridades de la institución concreta, de sus objetivos, organización y formas de hacer.
En general, podemos distinguir al menos las siguientes funciones psicopedagógicas en relación con instituciones promotoras de programas educativos para adultos:
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Participar en la elaboración de criterios para seleccionar a los participantes en los cursos.
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Asesorar la toma de decisiones sobre contenidos, secuenciación, sesiones, tiempos, conformación de los grupos, etc. Ajustados a los participantes y que potencien la consecución de los objetivos educativos – y no educativos – propuestos.
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Asesorar el diseño de instrumentos para evaluar el cumplimiento de los objetivos propuestos ajustados a los participantes y contextos de evaluación.
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Participar en la discusión sobre los resultados de esta evaluación y asesorar la toma de decisiones respecto a posibles acciones correctivas.
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Asesorar la toma de decisiones sobre el perfil docente necesario y participar en el reclutamiento de las personas adecuadas.
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Coordinar la implantación y desarrollo de los programas educativos cuando se den en más de un grupo o en más de una sede.
Docentes
La docencia efectiva en el caso de las personas adultas se lleva a cabo en la actualidad por una gran variedad de profesionales, algunos de los cuales no tienen una especial formación docente. De esta manera, podemos encontrar desde docentes que son simplemente expertos en áreas de contenido – por ejemplo, estudiantes de informática en el caso de cursos de informática-, hasta otros expertos que ejercen su labor prioritaria en otros contextos educativos.
Teniendo en cuenta esta gran diversidad, algunas de las funciones psicopedagógicas prioritarias en relación con los docentes son las siguientes:
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Formarles sobre las características diferenciales de la persona adulta como aprendiz, así como sobre posibles métodos o estrategias didácticas para emplear ante los problemas de enseñanza y aprendizaje más comunes en la práctica con personas adultas.
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Asesorarles sobre cómo actuar y adaptar su labor pedagógica ante la diversidad, ya sea ésta provocada por déficits o comportamientos que dificultan el aprendizaje o por capacidades de aprendizaje sobresalientes.
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Ayudar a una reflexión sobre su propia actuación como docentes y sobre la influencia de su comportamiento sobre la dinámica social y educativa del grupo.
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Formarles sobre la aplicación de instrumentos psicopedagógicos de evaluación y seguimiento de los participantes.
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Mediar en los posibles conflictos que pudieran originarse entre ellos, los participantes y/o los representantes de la institución, así como asesorar sobre posibles recursos de intervención cuando se produzcan conflictos entre los participantes o entre éstos y la institución.
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Coordinar reuniones de puesta en común entre diferentes docentes (con la participación, en el caso de que sea pertinente, de representantes de la institución o de los participantes).
Participantes
En los programas educativos organizados en comunidad vamos a encontrar, en la mayoría de los casos, participantes extraordinariamente motivados y activos, que desean de implicarse de manera voluntaria en procesos educativos. En el caso de programas desarrollados en instituciones socio sanitarias, sin embargo, el perfil de participante puede ser muy diferente, y se llega a casos en los que los programas educativos se aplican a personas que no son muy conscientes de participar en los mismos.
En general podemos hablar de al menos las siguientes funciones psicopedagógicas en relación con los participantes de programas educativos dirigidos a personas adultas:
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Conocer las motivaciones, expectativas y opiniones sobre el proceso y resultados de la experiencia formativa. Es importante conocer los aspectos educativos, pero también los no educativos – necesidades de relación y afiliación, necesidades de participación y actividad, etc.-, que en el caso de las personas mayores pueden tener una especial importancia, como ya se ha señalado.
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Realizar un seguimiento del proceso de enseñanza y aprendizaje desde la perspectiva del participante.
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Realizar un seguimiento de la participación y conocer las razones que llevan a que los algunos de los participantes, eventualmente, abandonen el programa educativo antes de su finalización.
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Fomentar y colaborar en la planificación de actividades, en el marco del programa educativo o fuera del mismo que potencien las relaciones personales entre participantes y docentes. Lo ideal es que estas actividades reviertan en productos o servicios que pongan el conocimiento y las habilidades adquiridas al servicio de la comunidad en la que se desarrolla el aprendizaje (el barrio, el centro de mayores, etc.).
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Dar apoyo a personas adultas para que puedan gestionar ellas mismas, de manera autónoma, todas las funciones organizativas y educativas que sea posible.
Familias
En algunos casos, los programas educativos dirigidos a adultos cuentan con la colaboración de las familias. Esto sucede, principalmente en los casos de programas educativos destinados a sostener o potenciar competencias o hábitos comportamentales perdidos o en grave riesgo de pérdida. En este caso, el psicopedagogo, en estrecha colaboración con los profesionales, deberá dar a la familia información y pautas de comportamiento que puedan potenciar los objetivos trabajados en los programas psicoeducativos.
Los programas educativos dirigidos a personas adultas son un ámbito de reflexión teórica y aplicación práctica que está recibiendo un creciente interés, en paralelo a su proliferación desde diferentes instancias educativas y sociales. Este crecimiento viene de la mano, de un redefinición de la adultez como etapa de la vida positiva en la cual la persona sean cuales fueren sus circunstancias, conserva capacidades de progreso y desarrollo personal, y la educación es un medio privilegiado para hacer realidad estas potencialidades.